jueves, 30 de julio de 2009

Sobre el fuego en 1435. Ordenanzas del Concejo de Córdoba.




La protección del bosque ha sido siempre un tema de preocupación para las autoridades. Hoy día, con todos los medios del mundo a disposición de las administraciones, con un enorme conocimiento del medio, con satélites que vigilan los campos, estos se siguen quemando. Los daños son irreparables, bosques centenarios en un momento desaparecen, y su restauración requiere un tiempo del que no se dispone. Durante el tiempo de la reparación, que casi siempre es largo, no se tienen garantías del mantenimiento de esos suelos. La naturaleza puede hacer desaparecer la capa fértil, con lluvias o cualquier otro meteoro, en tiempo record.

En 1435, en el libro de Ordenanzas del Concejo de Córdoba, ya se preveían estos problemas y se castigaban los descuidos y el mal uso de los campos. Es un documento de hace 574 años que no tiene desperdicio, que se transcribe en ese castellano de la época.

“Fuegos

E sy por aventura en el término de Pedroche o de Albacar allende de leuantare fuego, que los del lugar do se leuantare fuego estudieren que en toda guisa vayan a lo matar, se pena de los cuerpos e de que lo tovieren; e que punen de saber quién puso el fuego, por los que anduvieren a lo guardar los puedan recabdar para fazer dellos lo que es derecho.

Otrosy, ordenamos e mandamos que sean guardados los meses de junio e julio e agosto e setiembre que en ellos non pongan fuegos de los vyenen muchos males e daños a panes e pastos e colmenares e a otras cosas; e qual quier que lo contrario fiziere, que pague los daños como el derecho en tal caso manda; e que por la postura del dicho fuego pague seyscientos mrs. para Córdoua e doze mrs. para el mayordomo.

Otrosy, por que acaece a la vezes que de los aftos de los ganados de levantan fuegos e fazen gran daño, mandamos que los de tal fato donde el fuego se leuantare que den preso al que fuere en culpa del fuego, sy non que pechen ellos la dicha pena de doscientos mrs. e doce mrs. para los mayordomos.

Quema de restrojos

Otrosy, que por que razón de la quema del los restrojos nace muy grande daño por que no se non guardan quando queman como deven, ordenamos e mandamos que quien toviere restrojo de quemar, que lo queme sy quisyere, en tal manera que no le salga el fuego de poder nin faga daño; e esta quema que la non faga ninguna fasta el día de San Cebrián; e sy fuere fallado que de algun restrojo saliere fuego o salió o fizo daño, quel dueño del restrojo sea tenido al daño, e que lo peche, e demás que peche al concejo cien mrs. e doze mrs. al mayordomo".

Notas:

Fazen= hacen; Mayordomo= Administrador de los caudales y propio de un pueblo. De Maior(mayor) y domus (casa); mrs= Maravedíes; Pechar= Pagar una multa. Asumir una carga o sujetarse; Restrojo= Residuo de las cañas o de la mies, que queda en la tierra después de segar. Rastrojo; Recabdar= Prender a alguien. Día de San Cebrián 14 de junio.


(Publicado en www.callejadelasflores.org)

miércoles, 29 de julio de 2009

RODAS Y SU COLOSO


Entrada al puerto de Rodas

La ida.

La ciudad de los Califas se quedaba atrás. El Ave iba en dirección norte, hacía Madrid, para después una vez llegado a Atocha, coger un taxi y recalar en Barajas. Allí los trámites habituales del embarque y a esperar la salida del vuelo hacia Atenas.

Después de despegar de Barajas, e iniciar el vuelo, de pensar lo de siempre, esperar tener suerte y, entre unas cosas y otras, cuando acuerdas, estás sobre el Mediterráneo sobrevolando Mallorca. Poco tiempo después miras en la pantalla el recorrido del avión, y la enorme isla de Cerdeña está debajo, la ves por la ventanilla, y al frente las costas continentales de Italia y la aeronave sobrevolando el mar Tirreno, en dirección a Nápoles. Dejas el majestuoso Vesubio a la izquierda y su zona de influencia y cruzas la bota italiana por su planta, en dirección al mar Jónico. Todos estos lugares los has visto en el cine, de niño, en aquellas películas de extras con sandalias y relojes de pulsera.

A la izquierda el canal del Adriático y las costas de Albania. ¡Aquí, Radio Tirana! de la infancia de buscador de emisoras lejanas, de lo que considerábamos algunos un paraíso perdido. Que fue desilusión después. Frente la costa griega, una vez sobrevoladas algunas las islas de Kefalonia y Xante, ves la ciudad de Patras, su golfo y su puente Rio-Antorio de dos kilómetros y medio, que une el Peloponeso al continente. Allí en 1512 se libró la batalla de Lepanto -ahora se llama Naupacto la ciudad-, en ella perdieron los turcos la hegemonía y Cervantes su brazo. Físicamente está separado el Peloponeso -es península-, por ese estrecho que cruza el puente, y más abajo por el estrecho de Corintio. Obra impresionante, sobre todo porque se hizo en el siglo XIX, para acortar la distancia entre Mar Egeo y Jónico. Con ella se ahorran cuatrocientos kilómetros de navegación, o lo que es lo mismo, bordear el Peloponeso completo.

Una vez cruzado el Peloponeso, por el norte, ya que has ubicado el estrecho de Corintio a tu izquierda, enfila la aeronave el golfo Sarónico o de Egina que ves y sobrevuelas -ahora la altura te permite ver los barcos de todo tamaño en el golfo- para después hacer un pequeño giro al noroeste y buscar el aeropuerto Internacional Eleftherios Venizelos de Atenas. Éste aeropuerto, está a unos veinte kilómetros del antiguo que está en la misma capital griega.

A la izquierda ves la inmensa aglomeración urbana que es Atenas, yo estimo que caótica. Te emocionas, la cuna de la cultura europea está ahí debajo, eterna. Vislumbras hacia el norte la colina de la Acrópolis, majestuosa, y toda la corte de templos que la ocupan. Al fondo, al noroeste, la silueta del monte Pentélico, de 1109 mts. de altura, a cuya espalda está la ciudad de Dionysios y el mar Egeo. Dionisios, eso me hacía falta ahora después del miedo del vuelo una charla con ese Dios, que podría serlo también de Montilla y Moriles sin ningún problema. Sigues volando sobre una abigarrada masa de pequeñas casitas que configuran las ciudades o zonas metropolitanas de Glyfada y Voula. Luego sobrevuelas Vari y Kitsi, para enfilar la pista entre los cercanos núcleos urbanos de Koropi y Marcopoulo. La pista 03L, se va haciendo adulta.

Una vez sientes el contacto de los neumáticos en el suelo, respiras profundamente, esperemos que se pare en su sitio. Así es, por esta vez el vuelo ha llegado a feliz término. Volar es el medio de transporte más seguro, si desde luego eso dicen las estadísticas pero... las estadísticas no son exactas, como las matemáticas, y pueden en tu vuelo confirmar la excepción. Pero el pasillo se acerca al Airbus 380 y, ya estás en la terminal, en la sala de cintas, esperando el equipaje. ¡Cuidado! hace unas dos horas que salimos y no sé si el efecto del suave ansiolítico ha pasado, pues nos espera otro vuelo, este más corto, hasta Rodas, nuestro destino.

En un laberinto de "gates", números, escaleras mecánicas, pantallas luminosas cambiantes que marean, palabras griegas e inglesas, te vas acercando a tu "gate". No hay que esperar apenas, te ves ya en otro control y preparas nuevamente el carnet de identidad para ponértelo en la boca.

Los motores a la máxima potencia, y la aeronave, esta vez algo más pequeña, pero no por eso más tranquilizante, despega dejando a la derecha otra vez la cuna de la civilización europea. Describe una curva para dirigirse a un Egeo salpicado de multitud de pequeños lunares brillantes-es el atardecer-, que son sus islas, Te imaginas las mayores. Paros, Naxos, Ios, la estrecha y alargada Amorgos, ya con un esfuerzo imaginativo mayor, al sur piensas en Santorini, la isla griega por excelencia, la azul y blanca, el antiguo volcán que la formo. Sigues tratando de averiguar cuál es esta o aquella, ayudándote con el mapa y al fondo aparece Rodos o Rodas.

En Rodas.

El Rhodes International Airport, se presenta a nuestros pies. La pista 07 nos recibe y el contacto brusco pero tranquilizador, de su asfalto nos da la bienvenida y nos dice que hemos aterrizado. Estamos ahora a 2800 kilómetros de la Cibeles, en la costa norte de la isla de Rodas, y a catorce kilómetros de su capital. Nos hemos bajado de avión, y marchamos algo más tranquilos hacia la recogida del equipaje, que para no ser la excepción que confirme la regla, está todo completo. Alguna que otra broma entre los pasajeros, recordando algún ruido extraño durante el vuelo, pero ya todo ha pasado, ahora es risa.

Salimos a la explanada del aeropuerto Internacional de Rodas y cogemos un taxi. Un mercedes de color beige, con un bigotudo taxista, gesticulante, que más parecía turco que griego. Esta isla estuvo mucho tiempo bajo la dominación turca. Cruzamos Lalyssos, importante ciudad costera y turística. Una vez que la carretera se acerca nuevamente al mar vemos la playa de Ixia. Es el lugar turístico por excelencia de la isla, o de esta zona norte de la isla. Al fondo, la mole triangular del hotel Capsis, lugar de destino. Antes hemos dejado a la derecha una cúpula inmensa del Palace Rodas. Ambos hoteles están rodeados de una tupida vegetación y al amparo de la cornisa costera.

Nos instalamos en el hotel, después de los trámites reglamentarios. La cena fue ligera y como la hora no permitía más licencias nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente lo primero después del desayuno fue explorar los alrededores, desde la azotea del hotel se divisaba una vista esplendida, de la playa de Ixia hacia el oeste, y al norte camino de Rodas capital, de la cornisa que nos amparaba de los vientos mediterráneos, cuya altura ronda los cien metros, la cúpula citada del hotel y el complejo de piscinas del nuestro. Frente, más al norte las costas turcas, a unos diecinueve kilómetros, abruptas, con grandes acantilados de unos cuatrocientos o quinientos metros de altura. Pero era un gran esfuerzo verlas entre la bruma del mar.

Delante del hotel, una vez en la calle, la bifurcación para Rodas, para Faliraki y Lindos en el lado sur de la isla esta última, zona arqueológica de una cierta importancia. Paramos un taxi. Otra vez un griego gesticulante con pinta de turco y un mercedes, pero esta vez oscuro. Iniciamos el camino hacia Rodas con la playa de Ixia a nuestra izquierda.

A la derecha la colina de San Esteban o Monte Smith. Es la Acrópolis de la Rodas antigua, la de los siglos III y II a.C. El templo de Palas Atenea. Unas construcciones excavadas en el suelo, edificios que están conectados a la red subterránea de acueductos de la ciudad, se llaman Ninfea, o lugares consagrados a las ninfas. También se ha rescatado del tiempo un pequeño teatro, que por su tamaño se estima no sería el principal, sólo tiene un aforo de unos ochocientos espectadores. Esta obra está totalmente restaurada pero sólo tres asientos de la primera fila son originales. El estadio. Las ruinas de Gimnasio. En lo más alto de la Acrópolis el templo de Apolo Pitio, al que conduce una gran escalera. Un lugar ideal para los amantes de la arqueología.

Bajamos de la colina de San Esteban por la calle Voriuo Ipirou, y dejamos a la izquierda el Agoniston Park, buscando llegar lo más cerca posible de la ciudad amurallada, o la Rodas medieval. El taxista nos recomienda empezar la visita accediendo a la ciudad por la puerta de la Libertad. Allí nos deja el vehículo. Miramos hacia atrás y vemos el Mandraki. El puerto, en cuya bocana se supone estuvieron apoyados los pies del Coloso, que ahora ocupan dos venados de bronce y dos columnas como pedestales.

Entramos en el recinto amurallado por la citada puerta de la Libertad, y nos encontramos en la plaza de Simi, frente las ruinas del antiguo templo de Afrodita. Nos dirigimos al sur hacia la Plaza de Arguirokastro. A la izquierda dejamos la casa de Hassan Bey de finales del XVIII, frente la Librería Arqueológica. Continuamos hacía el sur y a la derecha hacia el Palacio del Gran Maestre, subiendo, la calle de los Caballeros o Ippoton. En la esquina el Museo Arqueológico -requerirían muchas páginas para describirlo-, que fue el Hospital de los Caballeros. Frente, en dirección al mar, está la Casa de Guy de Melay, ahora Banco Nacional, y el Cuartel de Inglaterra. Entre ambas, la puerta Arnaldou, que abre la muralla al pequeño puerto pesquero, dentro del gran puerto comercial.

Volviendo a la Calle de los Caballeros, que fue la calle principal de Rodas en la época medieval, vemos que en dos puntos es atravesada por unos arcos. A la izquierda y derecha se levantan los cuarteles de la Lenguas de la Orden. Nos llama la atención, calle arriba a la izquierda, el cuartel de España que alojaba la Lenguas de Castilla y Aragón, es de los más sencillos. Frente a él las ruinas de la Iglesia de San Juan de Colakio. Esta iglesia estaba unida al Palacio de los Maestres Generales pero en 1856 fue destruida por un rayo que cayó sobre una bodega de pólvora que desde 1522 estaba en el sótano del campanario.

Llegamos al Palacio de los Maestres Generales. Es la mayor construcción de la ciudad medieval. Fue restaurado por los italianos en su dominación de la isla. Cuando Rodas fue ocupada por los turcos se convirtió en prisión. La entrada es imponente. Dos torres semicirculares con almenas la protegen. Los techos de los pisos son de madera, sostenidos por columnatas en muchos casos y los suelos de mármoles de colores. Una gran escalera sube a la planta primera, de grandes salas: la de las guerras de las Mitrídates del siglo I a.C., decorado su suelo con mosaicos. La sala con la estatua de Laoconte -copia, pues el original está en los Museos Vaticanos-. La sala del mosaico de Medusa. La sala de las Tres Bóvedas en cruz, en cuyo punto de encuentro hay símbolos del lictor de Roma. El suelo lo decoran dos mosaicos de Cos. La sala con el mosaico del Tigre. La sala de los Capiteles. La de Eros. La de las Nueve Musas. El impresionante patio de armas.

Salimos nuevamente a la Plaza de Kleovoulou, y bajamos por la calle Orfeos. En la acera de la izquierda se encuentra el reloj, es una torre de tres pisos que la donó a la ciudad el turco Pashá Tajtí en 1851. Se ha adaptado como bar y desde allí se ve una vista preciosa del puerto. Frente está la Biblioteca turca o Mouslin Library, y la Mezquita de Solimán. Callejeamos por unas intrincadas callejitas de la derecha, y salimos a una plaza, Arionos, donde se encuentra la Mezquita del Sultán Moustafá y los Baños, que visitamos.

Volvemos sobre nuestros pasos y, por la calle Menekleous, nos incorporamos a la principal y comercial calle Sokratous. Bajamos ésta en dirección a la plaza de Ippokratous, centro de la ciudad medieval y lugar de diversión nocturna. En ella está el edificio de la Castellanía, que en sus bajos ubica la Biblioteca de Rodas. En esa plaza tomamos unas cervezas que, curiosamente están servidas en unos vasos en forma de bota.

No nos llama la atención que la ciudad sea un inmenso bazar turístico, los tenderetes en las calles muchas veces impiden materialmente el paso, los vendedores te agobian a cada momento, y digo no nos llama la atención porque es igual en todos sitios, y ahora estamos pensando en la Judería cordobesa.

Bajamos en dirección este hacia la plaza de los Mártires Judíos, al norte está el palacio del Almirantazgo. En su fachada se lee "Pax huic domui et ómnibus habitantibus in ea", o lo que es lo mismo que "La paz sea en esta casa y en aquellos que la habitan". La misma inscripción en griego está en el interior. Buscamos donde reponer fuerzas y entramos a hacerlo en el restaurante Sintrivani de esa misma plaza. Por citar algo de la cocina de Rodas: la famosa moussaka. El exquisito queso de cabra; la dolmadaquia, pimientos rellenos de carne y arroz; el tzatziki, o yogur con pepino y ajo. El pescado y marisco de categoría. Yo hubiese preferido, como siempre huevos fritos con patatas y chorizo. No soy muy sibarita en eso del comer fuera de mis lares, ya que en ellos la cocina es de lo bueno lo mejor.

Una vez repuestas las fuerzas, nos desplazamos por la parte del puerto. Salimos por la puerta Panaghias que da al puerto comercial o Gran Puerto. Más abajo, al este, se halla el puerto de Akantias. El tercer puerto es el llamado Mandraki. En este lugar dicen que se encontraba la estatua del Coloso. Frente a la Torre de San Nicolás y el muelle se levantan dos venados de bronce, sobre dos columnas que son el emblema de la ciudad. En este muelle hay tres molinos de viento, residuo de los que había en el tiempo de los Caballeros. En la zona sur del Mandraki está el edifico del Ágora Nuevo, lugar de bares y tiendas. Detrás, hacia la ciudad medieval, la Plaza de Rimini y los jardines del Palacio del Maestre General, donde se celebra un espectáculo diario de luz y sonido. Volviendo al puerto, está la Iglesia de la Anunciación y el Palacio de Gobernación.

El foso de la ciudad medieval, está muy bien cuidado, se puede pasear por él en casi toda su extensión, en muchos lugares tiene césped. En su parte sur está el teatro al aire libre de Melina Merkouri. Espléndido. En él tuvimos la ocasión de escuchar a un joven tenor, que cantó Granada como si fuera español, lengua de la que no sabía ninguna palabra.

Es una osadía, tratar de describir en unas líneas, esta hermosa ciudad. La mezcla de distintas culturas está siempre presente, así como la de religiones. Espero que quienes lean esto, sepan disculpar lo escueto de muchas referencias, que requerirían muchas páginas acompañadas de muchas fotografías. Eso, lógicamente, contando con otros núcleos de la isla, muy bellos, como pueden ser por apuntar uno sólo, el santuario arqueológico de Lindos en la costa sureste, y algunos en el interior. El valle de las mariposas, sin ir más lejos es digno de visitar.

La vuelta.

Al tercer día, vuelta al aeropuerto Internacional de Rodas. Otra vez a asustarse uno por el vuelo, en este caso se realiza de día. Sin incidencias. Llegada a Atenas donde que presenta majestuosa y enorme. En este caso antes de aterrizar vemos a la izquierda de la ciudad, el enorme puerto del Pireo y nos recreamos algo más en ella. Embarque de equipaje, control de aduanas, pegas con unas botellas de vino mal embaladas, que se resuelve reparando el paquete. Y despegue hacia Madrid. El vuelo tranquilo, el día limpio, ahora vemos a nuestra derecha el Adriático, cruzamos nuevamente la bota italiana por su planta, y otra vez el Vesubio. La enorme bahía de Nápoles y dirección Cerdeña, para una vez divisar Mallorca dar el salto a la península. Luego Madrid. Recogida del equipaje y, sorpresa, no aparece una maleta. Reclamamos y descubrimos que va camino de Ecuador, vía Frankfurt. La que correspondía a un número nuestro era de un señor de Ecuador, por lo que deducimos que éste lleva la nuestra.

Taxi a Atocha, Ave a Córdoba, llegada a casa y fin del trayecto. Muchas fotografías para ordenar, papeles y mapas.

¡Ah!, la maleta llegó días después sin manipular, vía Sevilla, por medio de una agencia de transportes. Una suerte.

Una serie de fotografías


















































































viernes, 24 de julio de 2009

LOS CINES DE VERANO Y EL "CICLIMATÓGRAFO"


Coliseo San Andrés En esta ocasión el personaje de nuestra ciudad pretendemos que sean al alimón los cines de verano, merecedores de muchas páginas, y el llamado popularmente “ciclimatógrafo” Hubo una época en la que había una gran cantidad de cines de verano en nuestra ciudad. Para que fuese rentable la misma película se proyectaba en, cuando menos dos cines a la vez, el mismo día. Como sólo se alquilaba una cinta, existía la necesidad de proyectar primero un rollo en un cine, que empezaba un tiempo antes. En el otro cine, que se proyectaba la misma película, hasta que finalizase el rollo en el primer cine, se demoraba el comienzo de la película con: trailers, anuncios y descanso (visite nuestro “ambigú”), hasta que llegase el rollo primero. Esto sucedía muchas veces y muchos días por las razones expuestas. Normalmente el traslado se hacía en bicicleta dada la distancia entre cines. El ayudante de operador, era el que con un morral a la espalda, donde transportaba el rollo, que era una gran caja de aluminio que protegía el celuloide, lo llevaba de uno a otro cine de verano. El “ciclimatógrafo” –nombre dado al transportador del carrete por L. Melgar- según la ocurrencia popular, era el ayudante de operador que transportaba la película entre cines. El problema era cuando por cualquier causa se producía un retraso. Los problemas eran variados; una rotura de cinta que obligaba a repararla sobre la marcha al operador, es decir resanar y pegar los trozos. Se empleaba en este menester la acetona, ese producto que las damas emplean para la limpieza de la laca de uñas, que a su vez era un disolvente poderoso del celuloide. Todo era tiempo que se sumaba a la salida del primer rollo y al comienzo en el segundo cine. Otras veces una parada inesperada, causaba la destrucción por fuego de la película, ya que el arco voltaico cuando el motor se paraba no tardaba más de unos segundos en derretirla. Vamos que le pasaba a la cinta como al mapa de Bonanza. El que haya tenido proyector de 8 mm. sabrá de esto, aunque en estos la reparación se efectuaba con una simple cinta celo. Hay que tener en cuenta que el tamaño del metraje permitían una reparación mejor, procurando la coincidencia de las ventanillas de arrastre y que no quedara mucho escalón para que no tropezara al proyectar. A primeros de los años cuarenta del siglo veinte, había unos nueve o diez cines en nuestra ciudad, aún no había empezado la moda del cine de verano. Nueve años después ya existían veinticuatro salas de verano, estaba empezando el boom cinematográfico de verano en nuestra ciudad, para crecer enormemente en número, hasta ir paulatinamente descendiendo y quedar en las salas testimoniales de nuestros días. Si la memoria no me falla, que sería raro pues sería una de las pocas cosas que no me fallara, voy a tratar de enumerar los cines de verano de esta ciudad, haciéndolo por orden alfabético:

Albéniz (Ciudad Jardín); Alcázar (tuvo una sala de verano en Ronda de los Tejares); Alfonso XII (En la misma calle de ese nombre pero en la salida a Puerta Nueva, era un almacén de materiales de construcción, allí se dieron otro tipo de espectáculos también); Andalucía (Está aún solar, en la calle Alfonso XII, aunque ya parece que le están metiendo mano. Antes de llegar a él desde S. Pedro, una señora en unas ventanas de esa misma acera vendía jazmines, a la que yo le compraba para mi novia); Astoria (Antigua calle Ruano Girón, San Lorenzo); Azahara (Avd. Medina Azahara); Avenida (En la plaza del mercado de Dr. Fleming); Benavente (Santo Cristo. Barrio viejo, Campo de la Verdad, “entrabas con un piojo y salías con veinte” tenía gallinero); Campo Deportes (Beato Henares. Barriada Fray Albino Estadio de Fútbol S. Eulogio); Cañero (Barrio de Cañero); Cervantes (Avenida de Medina Azahara); Cinema Ciudad Jardín (Barrio Ciudad Jardín); Cinema España (c/ Goya, Huerta de la Reina, uno de los más bonitos); Cinema Parque (En el Parque Figueroa); Coliseo San Andrés (Todavía está activo, también fue teatro donde actuaron muchos artistas famosos de la época, y aún se puede ver el escenario); Córdoba Cinema (Arroyo de San Lorenzo, se dieron espectáculos de boxeo y lucha libre, Marcos El Maldito y Sepúlveda); El Rinconcito (Puerta del Rincón, posterior Isabel la Católica, “la caja de muertos” por la configuración de su patio); Electromecánicas (Barriada de Electromecánicas, Estadio de fútbol); Esperanza (c/ Barrionuevo); Estadio Cinema (Estadio del Arcángel, antiguo); Florida (Huerto Hundido); Fuenseca (Todavía activo en la plaza de la Fuenseca); Goya (Ronda de Isasa, al lado del Caño Quebrado, espectador de lujo el tonto Julián, un personaje muy cariñoso); Gran Capitán (Gran Capitán, frente al Gran Teatro); Gran Vía (Arroyo de San Lorenzo); Hollywood (Olivos Borrachos); Infanta (Carretera de Trassierra. Antiguo Margaritas); Imperial (Barrio de Cañero); Iris (c/ Abejar); Liceo (Alfonso XXIII. Círculo de la Amistad); Lucano (Calle Lucano); Macaji (Barrio del Naranjo) Margaritas (Carretera de Trassierra); Maxi (Cañero Viejo c/Conquistador Benito de Baños); Occidente (Barriada de Occidente, Olivos Borrachos); Olimpia (Aún activo c/ Zarco, antes Zarco); Ordóñez (C/ Rivas Palma, el de las sillas de enea más estropeadas del mundo); Parque Recreativo (Avd. Gran Capitán, terraza Duque de Rivas); Piscina (Ciudad Jardín); Plaza Toros (Avda. Ronda de los Tejares); Plaza Toros (Avenida Parque, Plaza de toros de los Califas); Ramos (c/ Santa María de Gracia, parte del Convento); Realejo (c/ Diego Méndez); San Agustín (c/ Plaza de San Agustín); San Basilio (En el Alcázar Viejo); San Cayetano (Avda. de las Ollerías); San Lorenzo (Arroyo de San Lorenzo); Santa Rosa (Barriada de Santa Rosa); Santa Victoria (c/ Santa Victoria); Sur (En el Sector Sur, antes Barrio de la Concepción –que no lo llamó nadie así nunca- que empezaron a llamarle todo el mundo Barrio de la Guita. Los pisos eran “cuchitriles” y las personas medían los lugares para los muebles con una guita, que es la que llevaban, con sus correspondientes nudos de marcas, a la tienda de los muebles); Terraza Duque de Rivas (En una explanada a la entrada, a las espaldas del Gobierno Civil); Terraza Góngora (c/ Jesús María, precioso, silencioso, se subía en ascensor, tenía mecedoras en lugar de sillas, no se podían comer pipas en él y tenía acomodadoras también); Terraza Magdalena (Plaza de la Magdalena, la azotea del de invierno preciosa vista de la ciudad); Valles (c/ Rave); Zarco (Aún activo c/Zarco, ahora Olimpia).
Volvamos a unos de los personajes principales de este modesto artículo, el “ciclimatógrafo”. Un día en el cine Zarco ocurrió una anécdota, que refiere L. Melgar de la siguiente manera, pues le ocurrió a él. Faltaban algunos rollos para el final de la película, y el ciclista no llegaba con su zurrón y el rollo correspondiente. Pasaron diez minutos, veinte y, una hora, y la mayoría de los espectadores se marcharon, unos hicieron la cama característica con la sillas y otros se fueron al ”ambigú” a tomarse unos medios. Uno de los que se marcharon, se encontró al día siguiente con otro que se quedó hasta el final. 
 -¿A qué hora terminó la película Manolo? 
 -¡A las cuatro menos veinte!–respondió. 
 -¡A las cuatro menos veinte! ¿Y qué pasó? 
 -¡Imagínate! El ciclista que transportaba el rollo, desde el cine Ramos, era un acomodador porque el ayudante se había puesto malo, pinchó y antes de arreglar la rueda pensó ¡Me voy a tomar un mediecito! Y cuando acordó eras las tres de la madrugada. 
Otras veces se producía el retraso, que era una cosa habitual, la gente con una tranquilidad casi oriental esperaba la llegada del ayudante con su morral en el que transportaba el rollo, y casi siempre era recibido con un aplauso de los espectadores porque sabían que en breves minutos volvería a proyectarse la película. Se dio también el error de cambiar los rollos y proyectar uno de casi al final que la gente asumió sin grandes problemas. En el fondo eso es solidaridad cinematográfica. Añadir imagen


De los cines hay muchas anécdotas. Unas son ciertas y otras son fruto de la exageración popular, es decir se quedan en la categoría de leyendas urbanas. Me acuerdo de una que contaban en el Coliseo San Andrés, en el que actuaba Pepe Marchena con su compañía. Un gran cantaor y una mejor persona, pero daba una imagen de divo y engreído para algunas personas. Es verdad que generaba muchas envidias y que revolucionó el flamenco y claro los puristas no se lo perdonaban. Con su elegancia característica salió al escenario diciendo:
-¡Ahora van ustedes a tener el honor de escuchar unos fandangos por el Maestro de Maestros, Pepe Marchena! 
Un espectador que seguramente sería de los muchos detractores que tenía, le gritó:
-¡Chulo! 
-¡A ese que “ma” dicho chulo, me voy a cagar en sus muertos! –le respondió como una bala sin perder la compostura.
La respuesta de Pepe generó un pequeño revuelo entre admiradores, que eran más, y detractores, pero no llegó la sangre al río. Don Antonio Cabrera, empresario del Coliseo San Andrés tenía en su casa del Coliseo dos fotografías de artistas, la de Pepe Marchena y Lina Yegros, que contrastaban con la multitud de fotografías de artistas que tenía en su despacho del Duque de Rivas. Cuando se le preguntaba el porqué de sólo esas dos fotografías decía:
-La de Pepe porque es amigo mío de siempre, la tengo más a título personal que de artista. La de Lina Yegros como agradecimiento, ya que con lo que gané con sus películas pude modificar y mejorar el Coliseo hasta convertirlo en lo que es hoy, el cine más bonito de España. 
Este empresario teatral merece un artículo completo dedicado a él. Una conversación normal al atardecer, entre dos vecinas, sobre el cine.
-¿Qué “penícula” vamos a ver hoy, Antonia? 
-¡La que echen en los escalones! –le contestó Rafalita su vecina. Los escalones era la grada del Estadio Arcángel.
-¡Pero anda si es un “pego”, y además muere “él”! –responde Antonia.
-Bueno pues entonces, mejor vamos a ver la del Delicias que es de amores. Aunque sea “contá”.–replicó Rafalita.
 El botijo, las pipas, los altramuces –chochos o salaillos-, las pegadizas canciones de los descansos, los manuales pases de anuncios muchas veces. La “tunantá” al chiquillo que vendía agua con el botijo, a una perra gorda y un real la “jarta”. El “quíes” pedía la “jarta”, y de un tirón, compaginando con una técnica especial la respiración y el tragar, se bebía el botijo entero, con la consiguiente molestia del chiquillo que tenía que volver a llenarlo y le empezaba la película.

El cine de verano formaba parte de la vida de aquellos años. La vida era algo distinta a la actual, no mejor, sino distinta. CINES DE VERANO ACTUALES Fuenseca, Plaza de la Fuenseca, 1 (Tiene salida por los callejones de Santa Marta) (1945) Delicias, c/ Frailes, 10 (Tiene salida por la c/ Queso) (1945) Olimpia, c/ Zarco, 14 (Salida calle Zarco) (1947) Coliseo S.Andrés, Fernán Pérez de Oliva,6 (Salida a la misma calle) (1935) Plaza de Toros Los Califas, Avd. Parque (Salida misma avenida) (1965)

jueves, 23 de julio de 2009

MEDICOS CORDOBESES DEL SIGLO X


El mundo de la medicina en el periodo árabe, fue quizás una de las profesiones más adelantadas de la época.

Existen muchas palabras relacionadas con la medicina que son originarias del idioma árabe: alcohol=al kohól; alcanfor=al kafúr; jarra=yarra; jarabe=sharáb; algodón=al qutn.

Otra palabra de origen árabe es ojalá, y se refiere a Alá, Dios. La palabra ojalá viene del árabe wa sha Ilâh, que quiere decir: Y Dios quiera. Hoy “ojalá” no significa nada religioso.

Si alguien está enfermo le decimos: ¡Ojalá que te mejores!

Muhammad b. Fath Tamlun. Sobresalió de tal modo en el saber médico que sobrepasó a todos sus contemporáneos. Pero no ejercía. Se le pidió que entrara al servicio de la corte. Pero se excusó e insistió ante el Emir hasta que éste le dispensó. Ni un solo noble de la época podía prescindir de él.

‘lmran b. abi ‘umar. Fue un médico noble que estuvo al servicio del emir ‘Abd al-Rahman al-Nasir, para quien compuso un medicamento a base de anís. Fue un sabio inteligente y compuso un libro de medicina como los «cuadernos».

Yahyá b. Ishaq. Fue un médico noble, sabio y de experta mano. Vivió al princi pio del reinado de al-Nasir, quien le nombró visir, valí y gobernador. Durante algún tiempo fue caid de Badajoz. El Emir de los Creyentes le tenía en gran estima, le había otorgado su confianza y encargado del cuidado de sus esposas y concubinas. Siguiendo la escuela de los cristianos, compuso unos cuadernos en cinco libros lla mados Aforismos.

Abu Bakr Sulayman b. Baý. Fue un médico notable que curó al Emir de los Creyentes al-Nasir-Dios esté satisfecho de él— de una oftalmía, en un solo día, gra cias a un colirio. Tras esto se le pidió la receta, pero no quiso dictarla. Curó en un solo día a Shynayf, jefe de correos (“sahib al-Burud”), de su asma, mediante un la´uq [= electuario], después de haber fracasado (otros médicos) en su tratamiento. Cura ba los dolores de costado con granos de hina´ [= alheña]. Era avaro en las recetas.

Ibn Umm al-Banin. Le llamábamos al-A’raf. Era de la ciudad de Córdoba y sirvió al Emir de los Creyentes al-Nasir, como médico. Fue contertulio suyo. Era muy inte ligente en medicina y le ocurrieron cosas extraordinarias. Era voluble e infatuado, por lo que a veces se hacía pesado a al-Nasir. Pero a pesar de todo se veía forzado a recurrir a él, dada su gran inteligencia.

Sa-id b. Abd Rabbihi. Compuso una arýuza importante sobre medicina, en la cual demuestra su dominio en esta ciencia y su conocimiento de las teorías de los antiguos. Su método para curar las fiebres consistía en mezclar febrífugos con un poco de hiwar. Su método es bueno. No sirvió a ningún príncipe. Era hábil conoce dor de los síntomas y de la evolución de las enfermedades, de los cambios de la atmósfera, del régimen de los vientos y del movimiento de los astros.

A bu-l-Walid Muhammad b. Husayn, más conocido por al-Kitani. Era un hombre brillante, magnánimo, de dulce palabra, noble: amado por el vulgo y la corte por su generosidad científica y su entrega (a los enfermos). No era hombre que buscara dinero ni intentara reunirlo. Era amable en el trato con los enfermos, sabio experimentado. Murió de hidropesía.

Ahmad b. Hakam b. Hafsun. Sirvió como médico a al-Mustansir. Era elocuente, de aguda teoría y buen conocedor de la lógica. Murió de disentería.

Abu Mus Harun a!-Aswani. Cirujano. Estuvo al servicio de al-Nasir y al-Mustan sir. Estuvo al cuidado del harén y de las mujeres. Era uno de los grandes y mejores médicos.

Ahmad b. Yunus. Se le encargó del cuidado de la farmacia de palacio. Jamás hubo otra parecida. Colocó en ella doce esclavos jóvenes que preparaban jarabes y componían los ma’yun. Pidió al Emir de los Creyentes que se regalaran (estos preparados) a los pobres y enfermos que lo necesitaran. El Califa consintió. Era experto en los medicamentos simples, fabricaba jarabes y ma’ýunes y atendía a todo aquél que se le presentaba. Curaba las enfermedades de los ojos de un modo prodigioso y aún se conserva en Córdoba el recuerdo de esto. No perdonaba el pago de sus honora rios a la gente pudiente a la que había atendido. Ayudaba con su ciencia al amigo, al vecino y al pobre.”

(De HASSAN IBN YULYUL, Kitab tabagal al-Atibba. Trad.Juan Vernet)

Otros médicos:

Avenzoar, 1092, sevillano, empleó el agua fría para reducir la fiebre, con la recomendación de utilizar las menores dosis efetivas de un medicamento.

Averores, 1126 cordobés, escribió varios volúmenes dedicados a la fisiología, higiene y la anatomía fue de los más celebres.

Tratado de plantas medicinales

(Publicado en www.callejadelasflores.org)

MONTE DE PIEDAD DEL SR. MEDINA



Inauguración del Monte de Piedad
Ahora que se hablan de fusiones, del posible cambio de esta entidad que tiene unos 145 años. De esa que absorbió la Caja Provincial de Ahorros. Podemos hacer una pequeña reseña de su creación y los postulados originales. El origen de esta institución bancaria, se encuentra en el Monte de Piedad del Señor Medina, entidad fundada por el arcediano José Medina y Corella como Monte de Piedad el 1 de septiembre de 1864, siendo clasificada como institución benéfica social de carácter particular por R.O. de 25 de Enero de 1866.
Tuvieron sede en Blanco Belmonte, después en Ambrosio de Morales. La casa de empeño se ubicó en la calle Manríquez, en el edificio que a su vez tiene fachada también por la calle Medina y Corella, y que fue la Casa de las Tercias del Cabildo. En aquel entonces ofrecían un interés del 3%, ahora están en el 0,01%. Tuvieron sucursales en Azonaicas y S. Alvaro.
Se transformaron definitivamente en el, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, el 2 de octubre de 1878, génesis de lo que actualmente es Cajasur.
En el Diario de Córdoba del domingo 4 de septiembre de 1864 podemos leer la siguiente crónica, referida al discurso inaugural:
"... Un Monte de Piedad de la índole del que hoy se instala, si siempre es un gran bien en pro de las clases menos favorecidas de la sociedad, en estos tiempos es una de aquellas cosas, cuya necesidad se siente por todos, y cuya realización es recibida con generales aplausos. Porque fundamentalmente se espera sea bendecida por los muchos que han de experimentar sus beneficios...
Estas instituciones y tantas y tantas otras, fruto preciosísimo del espíritu de cari­dad que nuestra Santa Religión difunde por todas partes..., por eso en la lógica inflexible de los acontecimientos, los presenta en primer término la historia de los pueblos cristianos: pero, señores, esto no basta; el hombre sin hallarse enfermo, in inhábil para el trabajo, carece con frecuencia de los cortos elementos y recursos que le bastarían para atravesar lo que en su pobreza forma una verdadera crisis, produci­da por una multitud de causas y de conflictos; tales son: una enfermedad que ha debido sufrir en su casa, una desgracia, un cálculo errado, la falta de materiales para trabajar en su arte u oficio, el vencimiento de la renta de la casa o habitación, etc., etc. En tal situación no queda otro medio que el préstamo; pero una de las leyes. más fijas, por desgracia, en este contrato es que el interés está en razón directa de la nece­sidad e inversa del crédito del que pide; y en el pobre la necesidad se presenta siempre urgente, imperiosa, y es nulo su crédito, cuyas circunstancia obedeciendo agita­da ley suben el interés a un punto que hacen del remedio una nueva y mayor desgra­cia, una verdadera calamidad; y la suerte del pobre, de este modo remediado, es semejante a la del reo, en quien los días de aplazamiento han de centuplicar el casti­go...
Y ved, señores, una de las circunstancias que hacen más cumplida la satisfacción de la Junta al realizar hoy el pensamiento del señor Arcediano fundador. Ella abriga la grata esperanza, de que participarán todos, no ya simplemente de remediar en este punto la suerte del pobre, sino de extinguir el cáncer de la usura que lo consume, pues que caído no lo deja levantarse, destruyendo sus fuerzas. Y para conseguir tan laudable fin no pide ningún privilegio, le basta la protección general que a todos dis­pensan nuestras leyes.
Otro motivo de júbilo y de gozo para la Junta de Patronos lo encuentra al consi­derar cómo la Iglesia de Córdoba se ha ido anticipando, en cuanto se refiere al bien del pobre y al alivio de los desgraciados; ella se adelanta, cuando nadie pensaba ni podía realizarlo,, a fundar hospitales y casas de misericordia, escuelas gratuitas y colegios en la capital y en la provincia; y hoy, que la industria y el espíritu mercantil todo lo invade y todo lo domina, formando uno de los rasgos más característicos de nuestra época, en la que a las asociaciones piadosas de otras edades han sustituido sociedades de crédito, de las que brotan de la caridad cristiana, aventaja a las de su clase, basadas en el cálculo y en el interés, sobre todo en la preferencia, en la solicitud, hasta podría decirse en el cariño con que mira y atiende a las clases meneste­rosas. Observadlo bien; cada día aumenta el número, quizá ya excesivo, de las sociedades de crédito, bajo distintas formas y condiciones, pero ninguna excede a la de este Monte en las ventajas que proporciona al público, y todas se quedan muy atrás en la preferencia que da al pobre..."
En un artículo llamado "Historias de la Judería" que escribí hace unos años reflejé lo siguiente, referido al citado Monte de... Impiedad.
"... Más abajo la entidad Monte de Piedad o casa de empeño. La primera vez que vi llorar a mi madre, mi padre la consolaba diciéndole:
-No te preocupes compraremos otra. -le habían subastado la colcha de novia que tenía empeñada allí para poder llegar a fin de mes."
Ese hecho no se me ha podido olvidar nunca.
"... hasta podría decirse en el cariño con que mira y atiende a las clases menesterosas."
Todas las palabras de la crónica de la inauguración, puede que fuesen sinceras en su momento, pero con el transcurso del tiempo, en la actualidad... ¿no os suenan a vacías? ¿Nos os crean una extraña sensación de mentira continuada? ¿De manifiesta hipocresía? ¿De no haber cumplido con ninguno de los preceptos fundadores?
¡A mí sí!

Adenda
También los gobernantes del país se las traen. El Boletín Oficial de la Provincia, en su número 50 de 1835, recoge la propuesta de crear un Monte de Piedad. Este párrafo tampoco tiene desperdicio:
" Muchos de los infelices que perecen de hambre pudieran prolongar su existencia, y además resulta la ventaja de dar una doble actividad a pequeños capitales".
La idea la recoge quien la recoge veintinueve años después (ya se habrían muerto todos los hambrientos), y pone en marcha el negocio que se prolonga en nuestros días con el ladrillo, quién al igual que a todos los ambiciosos, especuladores y vividores les han dado en el mismo sitio. Evidentemente los beneficios repartidos en multitud de formas, asistencias, planes de pensiones millonarios, y otras, están bien repartidos. Justo es de reconocer que su trabajadores no se quejan tampoco, lo que se supone que habrán percibido alguna migaja importante.
Siempre se me viene a la cabeza un pensamiento, creo que en el ejercicio de la labor de caridad, no ha sido respetado ni uno sólo de los pecados capitales de su famoso catecismo.
El texto citado de BOP
"Los Bancos de empeño han sido llamados generalmente Montes de Piedad, designando así en su mismo nombre los piadosos fines de su instituto. Su objeto es el libertar a las personas menesterosas de tener que sucumbir a la inicial rapacidad de un usurero, proporcionándoles un socorro momentáneo sobre prendas depositadas sin llevar por ello más que el interés razonable ...
es sólo en los países extranjeros donde existen estos establecimientos, aunque allí estén más generalizados que entre nosotros. Los hay en nuestra España en Barcelona en Madrid y en algunas otras partes En Córdoba fue propuesta su fundación por la antigua Sociedad Patriótica de amigos del País, cuyos individuos se brindaron a servir gratuitamente todas las funciones del Banco. Pero, como tantos otros proyectos útiles y realizables, quedó hasta ahora sin ejecución. Es a promoverla que consagramos estas líneas.
algunos que se necesita para ello de fondos considerables. Les responderemos con un hecho histórico que mereciera ser más conocido para animar a muchos. El primer Monte de piedad de España (el de Madrid) empezó con la limosna de una Misa...
Córdoba creemos que bastará con mil duros para abrir este establecimiento, y no dudamos el que esta cantidad puedan obtenerla nuestros Procuradores a Cortes de la filantropía cristiana del Comisario General de Cruzada Sr. Liñán, pues que la aprobación de la Reina y de su Gobierno es por supuesta. En cuanto a nuestras dignísimas autoridades Provinciales, su activo celo no omitirá esfuerzo alguno para la realización de tan útil medida.
Nos parece que este Monte de piedad o Banco de empeños debe anunciarse desde luego como Banco de ahorros también y que a desempeñar sus dobles atenciones gratuitamente se brindara la Sociedad Patriótica como se brindo en otro tiempo En un Convento o en uno de los edificios de institutos de caridad puede tener local en el cual debe una guardia permanente estar de custodia...
No hemos podido obtener el proyecto del Monte de Piedad que en otro tiempo trabajó la Sociedad Patriótica; trabajo a que concurrimos. Los Reglamentos del de Barcelona y del de Madrid podrán ilustrar, Y sería oportuno el consultar los de algún País extranjero (por ejemplo los del Monte de piedad y Banco de ahorros de Marsella). En Granada creemos que existe en planta un establecimiento de esta clase, y en Sevilla lo hemos visto excitado en su estimable Diario. La urgencia es mayor en nuestra Córdoba en este triste año. Muchos de los infelices que perecen de hambre pudieran prolongar su existencia, y además resulta la ventaja de dar una doble actividad a pequeños capitales. Insistiremos sobre esta idea..."
(Del BOP nº50 (1835), sobre la creación de un Monte de Piedad en Córdoba).