domingo, 12 de febrero de 2017

DOCUMENTO DEL BRAC Nº1 DE 1922 SOBRE EL YACIMIENTO DE CERCADILLA

Representación virtual del vídeo de Lalo Medrán

Es una enorme satisfacción, la puesta en marcha de nuevo de la página Web de la Real Academia de Córdoba. Poder volver a consultar los artículos de su Boletín en línea, es una verdadera gozada, simplemente por el devenir histórico y saber que encierran. Consultando el número uno, de julio a septiembre de 1922, encuentro un artículo que se refiere al hallazgo de una enorme bóveda que surgió de las obras de la vías del ferrocarril, y que posiblemente demuestra que ya se conocía la ubicación del complejo arqueológico de Cercadilla en 1922, por lo que, si eso es así, se podría haber evitado el mayor desastre arqueológico de este país, con la destrucción de los restos de ese yacimiento, simplemente por la prisa por llegar con la alta velocidad a Sevilla en los fastos del 92.

Portada del Boletín nº1

A raíz de un paseo de D. Antonio de la Torre y Cerro, escribe Joaquín María de Navascues, fue visitado el hallazgo por los señores: el ingeniero de la circunscripción, D. Federico Carrere; D. José de la Torre y del Cerro, archivero de Hacienda, y el sobrestante Sr. Salamanca. Estos fueron autorizados para excavar y documentar el hallazgo. En una palabra con la construcción de unas vías, fue descubierto uno de los mayores complejos arqueológicos de Córdoba, y con la construcción de otras vías, 70 años después, fue destruido el mismo y convertido, por la parte de la Avenida de América, en una interesante exposición de jaramagos, y por la otra de la Colonia de la Paz,  ídem de lo mismo. Recuerdo cuando estaba realizándose el desaguisado criminal, mi malograda amiga Tere Alcántara, madre de Lola Baena, actual directora del Museo Arqueológico, me facilitó unas fotocopias de este y otro documento. Luego se conocía previamente lo que había debajo de las vías.

Manuel Mª de Arjona y Cubas, promotor de la Real Academia

"Interesantísimo hallazgo de una bóveda romana en la línea de Sevilla

Circunstancias del hallazgo 

Paseando D. Antonio de la Torre y del Cerro, catedrático de la Universidad de Barcelona, por la vía de Sevilla, se fijó en que en una de las trincheras que se habían hecho recientemente, con objeto de descentrar la vía actual para colocar la doble vía que piensa tender la compañía de Madrid, Zaragoza, Alicante, aparecía el corte superior de una bóveda de ladrillo y piedra. Chocándole esta construcción, registró en los montones de piedra que habían retirado los obreros, y en ellos vio ladrillos de los cuales algunos presentaban una de sus caras rayadas con los dedos en sentido diagonal y también siguiendo el contorno rectangular. 

Foto aérea del complejo y sus destrozos

Dos de éstos, los mejor conservados, fueron trasladados al Museo. También vio pequeños bloques de hormigón, hechos de cantos y mortero de cal y arena muy fuerte y resistente. Fuimos entonces avisados del hallazgo, y juntamente con el ingeniero de la circunscripción, D. Federico Carrere; D. José de la Torre y del Cerro, archivero de Hacienda, y el sobrestante Sr. Salamanca, visitamos el lugar; y considerando que era conveniente verificar una pequeña excavación, ya que entonces lo que teníamos a la vista nos parecía una construcción romana, de gran interés por la relación que pudiera tener con la construcción de la Mezquita, D. Federico Carrere nos autorizó para ello, proporcionándonos al mismo tiempo toda clase de facilidades para que más cómodamente pudiéramos llevar a cabo nuestro cometido. 

Una bóveda (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

Las excavaciones 

El día 11 de Septiembre comenzamos las excavaciones, empezando por la bóveda que aparece a los 139'50 m. pasado el kilómetro 442. Se practicó una zanja de 1'30 m. de ancha a todo lo largo del frente que ofrecía la bóveda. Lo primero que se descubrió a los extremos de la zanja, fueron las hiladas de bóveda que quedaron soterradas bajo el firme de la vía y parecen continuar por bajo de ésta, cosa que no se pudo averiguar por su proximidad a la misma.

Debajo de la bóveda había un relleno, entre cuya superficie y el intradós de aquélla había un espacio vacío, ocasionado por la tierra que penetró por un hundimiento producido a la derecha de la clave y las filtraciones de agua que la hicieron asentarse. El hundimiento se ve bien claro en el frente ofrecido por el corte, que se presenta reciente en la parte de la izquierda y sucio y cubierto de tierra en la otra mitad. Al llegar a la profundidad de un metro, próximamente, se practicó otra zanja internándola por la bóveda, que a los dos metros de longitud se encontró totalmente cegada por la tierra que penetró por otro hundimiento producido en la misma clave, por cuya razón hubo de interrumpirse el trabajo por aquella parte, y nos dedicamos a profundizar en la primera zanja, con objeto de encontrar, si podíamos, el pavimento o el firme de la galería, llegando a la profundidad de 2'50 m. en el tercer día, que fue el último, sin otro resultado que descubrir el arranque de la bóveda y primeras hiladas del muro sobre que se asienta por la parte de la izquierda. 

Zona oeste del yacimiento (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

La tierra que se vació hasta la profundidad de 1'70 m. desde el nivel de la vía, parece ser la tierra de las capas superiores que se coló por el hundimiento, porque tanto en aquélla como en éstas, aparecen los mismos restos y ambas están mezcladas con cenizas. Los restos son huesos, muchos calcinados, y fragmentos de cerámica, entre los que los hay árabes, como tejas, asas, golletes y muchos fragmentos diversos, algunos vidriados; aparecieron algunos fragmentos romanos, escasísimos, como tejas y alguna asa de ánfora. Se encontraron también muchos fragmentos de ladrillo de carácter indefinido y de piedra, entre ellos un sillar entero de carácter más árabe que romano. 


Esquema general por fases

Los restos más notables que recogimos de esta capa de tierra, son los siguientes: 

Una herradura, en mal estado. 
Un cuchillo de hierro, descompuesto. 
Dos cabezas de clavo. 
Una rejilla circular, de plomo, con orificios circulares, en mal estado. 
Tres fragmentos de vasijas de vidrio. 
Un fragmento de candileja morisca. 
Un gollete de botijo, árabe. 
Un fragmento de gollete con parte del asa, árabe. 
Tres fragmentos de barro vidriado en ,color melado con dibujos árabes. 
Un fragmento de barro vidriado, melado por fuera y blanco al interior, árabe. 
Dos fragmentos de grandes orzas árabes. 
Muchos de los fragmentos cerámicos aparecieron calcinados. 

A la profundidad de 1'70 m., donde termina el nivel de la tierra descrito, apareció el asiento de la bóveda sobre el muro, que presenta un ligero resalto sobre aquélla. A esa altura, junto a la construcción, aparecieron con bastante frecuencia unos terrones de una sustancia carbonizada mezclada con tierra, que se deshacían con gran facilidad. Desde los 1'70 m. hasta los 2'50 salió una tierra rojiza húmeda y muy suelta. A esa profundidad ya no nos fue posible continuar nuestro trabajo por falta de medios necesarios y adecuados y hubimos de darlo por terminado por el momento.  

Basa, al fondo la Colonia de la Paz (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

El segundo día de trabajo, después del resultado obtenido al profundizar por el interior de la bóveda, tratamos de encontrar su prolongación, y al efecto, detrás del montículo que la cubre, a la distancia de 8'50 m. del frente descubierto, y en dirección del eje, se practicó en el terreno una zanja de 1'75 m. por 0'70. A la profundidad de 0'55, se encontró una solería de la que hablaremos más adelante, en cuya parte central había una gran piedra, retirada la cual, se vio que la solería estaba allí rota; debajo de la piedra había un fragmento de tinaja árabe en dos pedazos, que obturaba un agujero. Desalojada la tierra, se encontró que el agujero estaba hecho en la misma clave de la bóveda con una luz de 0'44 X 0'77 m. La bóveda en este sitio presenta cinco hiladas de ladrillo, una de piedra y otra de ladrillo. Los cinco primeros, como se dirá más adelante, forman la clave. La forma en que se presenta esta abertura demuestra ser hecha, o de intento o debida a algún accidente, pero de ningún modo exprofeso cuando se construyera la bóveda. Inmediatamente debajo aparece la tierra que rellena toda la galería y de sobre ella se recogieron varios fragmentos de ladrillo, un asa con parte de la vasija, dos pequeños fragmentos de barro vidriado corriente y otro melado al interior y blanco al exterior, todo árabe, menos los fragmentos de ladrillo, alguno de los cuales presentaban rayada su superficie en la forma antes indicada. Todo de escaso interés para su conservación. 

Todavía intentamos ver si la bóveda se prolongaba más allá, y a tal efecto, a una distancia de 7'20 m. de la cala anterior, abrimos otra zanja, siguiendo naturalmente la dirección del eje. A los 0,55 comenzó a aparecer la capa de tierra con los restos de cerámica y huesos. De ese lugar recogimos un clavo de hierro de 0'13 m. de longitud. A los 1'10 m. apareció la solería, tan resistente al pico, que hubimos ya de desistir de nuestro empeño. 

Más bóvedas (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

Estudio de la bóveda 

La bóveda cubre una galería subterránea, cuya extensión, en cuanto a longitud, hemos podido calcular según los registros en 18 m. por lo menos. El diámetro es de 4'30. Su eje lo presenta oblicuo a la vía, con la que forma un ángulo de 80º

La rosca de la bóveda se apoya directamente sobre el muro, el que en la parte descubierta ofrece un ligero resalto sobre ella, y está construido a lo menos en la parte superior con hiladas sencillas de ladrillo y piedra de sillería. La bóveda arranca de una hilera de ladrillo y sigue este material alternando en hiladas sencillas con las dovelas de piedra, hasta llegar a la clave formada por cinco hiladas de ladrillo. El espesor de la rosca es de 0'30 m. Por el intradós de la bóveda se nota gran irregularidad en las juntas, tanto de la piedra como del ladrillo, coincidiendo unas veces, alternando otras, pero siempre con gran irregularidad. 

Otra vista del yacimiento (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

El relleno entre la rosca de la bóveda y los machones de contención, está hecho con mampuesto, y es de notar que según las medidas obtenidas sobre el nivel de la vía, que es lo único que pudimos estudiar, continuando la vertical que separa el mampuesto de los sillares, el arranque de la bóveda debe estar separado de los machones y relleno el hueco consiguiente con el mampuesto en la forma que con puntos señalamos en el adjunto croquis. 

El espesor del machón más próximo a la aguja de la casilla es de 3 m. El otro ha desaparecido, probablemente en los hundimientos producidos por aquella parte. 

Sobre la misma clave del arco hay una solería, que es también la que se encontró al practicar la primera cala, de la que ya hemos hecho mención y la que no pudimos romper en la segunda Esta solería se extiende por todas aquellas inmediaciones, según hemos de ver más adelante 

Desde el noroeste (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

Los materiales.—El ladrillo.—Se ven empleados ladrillos de barros diversos y de colores amarillo y rojo. Son de dos tamaños: unos de 0'30 X 0'40 y otros la mitad, pero empleados indistintamente hasta en una misma. hilada Algunos llevan las impresiones digitales de las que ya hemos hablado. 

Las dovelas son de piedra franca, muy pequeñas y muy toscamente labradas. 

El mortero.—Todos los materiales se hallan trabados por un mortero de cal y arena muy fuerte y resistente, costando muchísimo trabajo romperlo cuando se encuentra en grandes masas. La solería está formada por mortero de esta clase enlucido en la superficie. 

Otra vista (Foto J.C. Cazalla - IAPH)

Otros datos 

En una longitud de 42 m. en el corte de la trinchera más allá de la bóveda descubierta, se observan restos de una edificación, presentándose muy claramente la línea de la solería y los muros que formaban los departamentos. En todo ello se observan los mismos materiales de construcción ya indicados, y en ellos claramente se observan los sillares de tizón cuadrados. Al promedio de estos vestigios, observamos un relleno de tierra y enseguida procedimos a vaciarlo, dándonos por resultado el hallazgo de un pozo de 0'75 m. de diámetro. A 0'85 sobre el nivel del terreno se presenta enlucido y a 0'40 de profundidad aparecía el mampuesto de revestimiento completamente desnudo. 

Dibujo de la bóveda de los investigadores (1922)

El casillero nos mostró también unos ladrillos que tiene colocados a la entrada de la casilla, de barro rojo, con las impresiones digitales ya indicadas, de 0'33 X 0'26 X 0'04 que son sus dimensiones, hallados por él al cavar al otro lado de la vía por frente a la bóveda, y al abrir también una conejera en el montículo donde se observan las construcciones, por detrás de la casilla. Efectivamente, en esa conejera pudimos comprobar la existencia de la solería y más ladrillos que aparecían por el corte. 

Época de estas construcciones Aparte de los datos proporcionados por los materiales de la construcción, de época indudablemente romana, como son los sillares de tizón cuadrados, el hormigón y los ladrillos con las impresiones digitales tan características, iguales a las de un gran ladrillo conservado en el Museo, que lleva el número 329, de 0'56X 0'59 de dimensiones, indudablemente romano y a otros que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional, tenemos otras razones para colocarlos en esa época, cuales son: unas que nos proporciona el conjunto de las ruinas, que parecen haber pertenecido por su extensión a una gran villa o casa de labranza como las romanas, y otras razones puramente locales que nos proporcionan los continuos hallazgos, indicándonos los lugares que las civilizaciones romana y árabe prefirieron para sus construcciones extramuros, edificando los romanos sus casas de campo y fincas de recreo a la parte de la Sierra por encima de la población, y buscando los árabes más bien la proximidad al río, extendiéndose por el occidente de la ciudad, o buscando las faldas de la Sierra en su declive occidental, como ocurre con Medina Azahara, Alamiria y alguna más de la que hemos recogido algunos restos. 
Del vídeo citado representación virtual del conjunto

No dudamos en colocar estas construcciones en la época romana, y nada ha de extrañar la construcción de ladrillo y piedra, ya que constituye uno de los sistemas romanos, conocido con el nombre de Opus mixtum, que se usó en la época de la decadencia del imperio, de lo que es documento en Roma los muros del circo de Majencio, Este sistema se extendió a las provincias, especialmente a la Galia y Germania. En España hay de este tipo dos acueductos: el de Mérida y el de Almuñécar.  

El interés de la bóveda descubierta es grande por haberse hallado en la misma Córdoba, donde es probable que con el tiempo aparezcan más obras de este género, y podrá entonces de una manera directa establecerse ei contacto con el sistema constructivo de la Oran Aljama de Occidente, en la que cada vez va demostrándose más como las grandes soluciones que se dieron no las inventaron ni las trajeron los árabes, sino que las copiaron de la tradición arquitectónica existente en el país, aunque a la vuelta de los siglos imprimieran en ella el carácter peculiar y distintivo de su raza.

JOAQUÍN Mª DE NAVASCUÉS. 
Córdoba Septiembre 1922."

Imágenes del IAPH (Juan Carlos Cazalla), Vídeo de Lalo Medrán
Bibliografía del BRAC 1 (1922)

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